La Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra (UPSA) presentó el lunes 20 de octubre el Primer Balance de los eventos de desinformación registrados durante el proceso de elecciones presidenciales 2025 en Bolivia, un trabajo realizado en coordinación con Bolivia Verifica utilizando la metodología del Observatorio Complutense contra la Desinformación de España. Entre las conclusiones más relevantes del análisis, se encuentra que la mayoría de los incidentes desinformadores se difundieron principalmente en formato video, tuvieron su origen en la red social TikTok y correspondieron, en su mayoría, a contenidos manipulados (alterados intencionalmente para distorsionar la información), o fabricados (contenido falso original que se presenta como auténtico).
La iniciativa nace del Observatorio Complutense contra la Desinformación, que busca explorar y entender el fenómeno de la desinformación, sus causas, consecuencias para extraer lecciones y posibles soluciones a este fenómeno, a través del monitoreo e identificación de Interferencias de Manipulación de la Información (IMI) durante los procesos electorales en distintos países de la región y el mundo, trabajo que esta institución viene realizando desde 2023. Para ello, el Observatorio busca en cada país, alianzas con tres socios fundamentales: un aliado académico, una verificadora local y la autoridad electoral; que en el caso de Bolivia son la UPSA y la UCB, Bolivia Verifica, el Órgano Electoral Plurinacional y en nuestro país también se cuenta con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Las IMI son monitoreadas y registradas por Bolivia Verifica que envía un reporte semanal al equipo de la UPSA para su codificación en base a la metodología del Observatorio, que las mide en 12 variables divididas en dos grupos, aquellas de tipo descriptivo (qué, cómo, quién) y las de tipo analítico (cuáles son las narrativas, técnicas y tácticas utilizadas). Desde el 19 de mayo, hasta el 13 de octubre, la Universidad ha analizado 228 incidentes de desinformación en los que se incluyen verificaciones y discursos públicos.
“Algo que nos ha llamado mucho la atención, es el uso del contenido impostor para difundir desinformación. Es decir, usuarios anónimos crean y difunden material falso que imita de forma convincente a fuentes legítimas de información”, señaló Mariana Ríos, investigadora que lidera junto a Vania Sandoval el trabajo de análisis de la UPSA junto a un grupo de estudiantes voluntarios de la Facultad de Humanidades, Comunicación y Artes.
Entre las conclusiones más relevantes de la investigación, se encuentra que el objetivo principal de los incidentes de desinformación analizados, es distorsionar la información (casi 80%), y desacreditar a un candidato (24%), siendo estos últimos los principales destinatarios de los ataques de desinformación, tanto en primera como en segunda vuelta, con 57% del total analizado. Otros actores políticos o terceros actores (alrededor de 20% cada uno), partidos políticos (11%), y Gobierno e instituciones del Estado (aproximadamente 10% cada uno), fueron también blanco del ataque.
Respecto al autor causante de la desinformación, más de la mitad fue producido y difundido por cuentas anónimas; un 18% fue originado por cuentas de carácter de trol; y un 17% por pseudomedios o panfletos, aquellas cuentas en redes sociales que se muestran como un medio de comunicación, que tienen muchos seguidores, mucho alcance, pero que sin embargo, no cumplen con ningún requisito para ser tomado con un medio de comunicación formal. Aquí es importante anotar que un 7% de los incidentes analizados, tuvo como autor a un candidato y un 5% a un agente político.
Respecto a las técnicas, tácticas y procedimientos que utiliza la desinformación para difundirse, se encuentran principalmente la distorsión de los hechos, el uso de hashtags o etiquetas, la fabricación de encuestas, producción de contenido con IA, edición de imágenes de forma engañosa, y suplantación de identidades legítimas, en ese orden. Esto demuestra el uso de hechos informativos, noticiosos y comprobables, para la fabricación de desinformación, con el objetivo de que sea difícil de identificar qué es real y qué no.
Entre las principales vulnerabilidades, la comunicadora Vania Sandoval subrayó que, “en Bolivia somos altamente vulnerables para las desinformaciones por el analfabetismo mediático de la población. Consumimos información, pero muchas veces no sabemos diferenciar qué es desinformación”. Las campañas negativas (guerra sucia), el clima de incertidumbre electoral (sobre todo en la primera vuelta), la alta dependencia en redes sociales para recibir información, y la desconfianza en las instituciones, fueron otras de las vulnerabilidades identificadas.
El estudio también señala a la desacreditación de los candidatos, la desinformación sobre la habilitación y participación de candidatos, y consternar a la población con desinformación sobre posibles conflictos, como las tres principales narrativas desarrolladas en este proceso electoral. “Una de las conclusiones previas a las que llegamos con el equipo, es que las narrativas dentro de los incidentes desinformadores no plantearon elementos disruptivos en relación a las narrativas generadas por los propios actores en campaña electoral; es decir, las narrativas de desinformación y las narrativas de los candidatos, iban por la misma línea”, indicó Sandoval.
Un informe final que incluirá los incidentes de desinformación registrados hasta una semana después de la votación en segunda vuelta, se presentará en noviembre junto con el análisis político legal que realizó la Universidad Católica Boliviana el cual se enfoca en el análisis del marco normativo en materia de desinformación electoral y si los incidentes constituyen o no en delitos o faltas electorales, utilizando como base la Constitución Política del Estado y la Ley N° 018 del Órgano Electoral Plurinacional, entre otros instrumentos legales.


















